viernes, 7 de agosto de 2009

Monólogos de Adán de Prometeo Encadenado

Los invito a leer, un nuevo Blog, MONOLOGOS DE ADAN, que me ha enviado el gran Prometeo Encadenado. Se trata de un conjunto inacabado de ensayos, anécdotas y reflexiones sobre el papel de nosotros los hombres frente a las mujeres (nuestra razón de ser, nuestro gusto y nuestro tormento) ¿De qué trata? Pues de eso mismo, pero quién los escribe reconoce su condición de monólogos (no de diálogos) expresados a partir de una historia o de una anéctoda literaria, histórica, humana. Véamos algunos de tus títulos:

INTRODUCCION

FIDELIDAD Y ADULTERIO: EL DEBATE IMPERTINENTE

1. Ulises y Penélope: dos formas distintas de fidelidad
2. La cosa viene de antiguo: Zeus, Hera y adulterio
3. ¿Y los genes tienen algo que ver en esto? A propósito de la fidelidad de los hombres y de las mujeres
4. ¡Mater Semper Est!
5. Sexo = amor = fidelidad o ¿cuán lejos está el sexo del corazón?
6. Sex and the City o el adúltero incomprendido
7. Los Tiempos del Cólera, o el amor dividido de Florentino Ariza

LA IGUALDAD QUE NOS ESPERA

8. EI milenio de las mujeres y las bocanadas finales de un reinado milenario
9. La igualdad de género y el debate absurdo sobre las diferencias de coeficiencia intelectual
10. Las mujeres arriba, el test de la gabardina y algunas diferencias entre machos y féminas

LA VIDA EN PAREJA

11. Bovarismo, Anna Karenina, Thelma y Louise, y el síndrome de la Casa de Muñecas de Ibsen.
12. Lady Di o la mujer soporta casi cualquier cosa, menos que seamos aburridos.
13. El Enfermo Imaginario de Moliere o la vocación redentora de nuestras mujeres
14. El matrimonio, la Ley de Murphy o “un club cuyos criterios de admisión sean tan amplios, no vale la pena pertenecer a él”.
15. El Divorcio a la Italiana o la manera menos costosa de terminar un matrimonio agobiante
16. Ortega y Gasset, los arquetipos o “la mujer se casa con el artista porque es artista y luego se queja de la bohemia”
17. La caja de Pandora y el afán femenino de revisarnos los bolsillos (o la computadora y el celular).
18. ¿Qué es el amor: escoger a una mujer o renunciar a todas las demás? Las fantasías prohibidas y el adiós a la esposa china
19. La Donna e Mobile o “por fin encontré a una mujer que pensara y sintiera como yo... A ella también le gustan las mujeres”
20. El amor es eterno mientras dura…
21. “El hombre que corrompió a Hadleyburg” de Mark Twain y la mujer que nos corrompió a nosotros.
22. Detrás de cada gran hombre, hay una mujer…. ¡sorprendida!

SUFRIR ME TOCO A MI, EN ESTA VIDA

23. ¿Es tan corto el amor y tan largo el olvido? A propósito de poetas y consejos epicurianos.
24. La mujer de Potifar, Fedra, Disclosure y el hostigamiento sexual.
25. La Ínsula de Barataria o ¿ahora quién podrá defendernos?
26. Las desventuras del joven Werther, o ¿por qué los hombres vivimos menos y nos suicidamos más?
27. Jerry Lewis, Hyde, Jekyll y ¿por qué los hombres no acudimos al psicólogo?

LIGADORES, CELOSOS Y LAS IMPOSICIONES DE LA LIBIDO

28. Las verdades de Disraeli, los éxitos de Rhett Butler, Tristán y Charlie, o simplemente rebeldes, mujeriegos e impredecibles.
29. Otelo, “cada ladrón juzga por su opinión” o un “celoso es alguien que se imagina la mitad de lo que le pasa”
30. Pan, Hitchcock o el voyeur y “samueleador” contemporáneos.

LA EROTICA DEL PODER, LA VOCACION SEDUCTORA Y EL DULCE ENCANTO DE LA BILLETERA

• Ricardo III, Napoleón, y el tormentoso encanto del poder
• ¿Mejor temido que amado?, o ¿amado y temido a la vez?
• Casanova, Don Juan o la vocación seductora
• Mirabeau o la capacidad seductora
• El dulce encanto de la billetera, o por qué los hombre gastamos en autos y las mujeres en cosméticos.

GEOGRAFIA DE LA BELLEZA Y EL DULCE ENCANTO DE SER ADMIRADOS

• ¿Por qué nos gusta Marilyn Monroe?
• ¿Y dónde están las mujeres que nos gustan? Guía práctica para construir una geografía de la belleza.
• Lolita, Delgadina y Fonchito o ¿por qué la diferencia?
• El Elogio de la Madrastra, el afán de ligarse a las ajenas o “no desearás a la mujer de tu prójimo”.
• Shakespeare o cómo domar a las “fierecillas” sin morir en el intento
• La atracción femenina o ¿para quién se visten las mujeres?
• Los pecados capitales en clave de género

El Prólogo también ayuda a percibir su contenido.

Tentado estuve de llamarlos "diálogos", pero me temo que lo que hacemos los hombres y las mujeres son monólogos. Peor aún, cuando escuchamos entendemos cosas distintas. El hecho es que comunicarnos, lo que se dice comunicamos de verdad, muy poco. Y la cosa viene de lejos. Al parecer, ni siquiera Adán y Eva se comunicaban mucho. Tal vez, no lo necesitaban: el "Paraíso" lo tenía todo arreglado. Vamos, que el "todo incluido" del "Four Seasons" se le quedaba corto.

Pero nosotros, me refiero a ambos sexos, no tenemos opción: tenemos que entendernos. En nuestro caso, y ahora me refiero a nosotros, los hombres, somos herederos de Adán y Eva sigue siendo nuestra pasión y nuestro tormento.

Es verdad, sin embargo, que lo del diálogo sigue quedándose corto, por mucho que lo intentemos. O quizás, ni siquiera lo intentemos de verdad. Siendo ello así, conviene que me sincere y que los llame monólogos. Además, en mi caso, no tengo la otra versión y si la tuviera, no podría trasmitirla con fidelidad.

No pretendo justificarme, porque de antemano estoy destinado a ser condenado: todo lo que diga será usado en mi contra. ¡Si lo sabré yo! Sea que tengamos la razón o no, y no digo que la tengamos, a ellas siempre les parecerá que no la tenemos. Al fin y al cabo, me dirán, tienen derecho a su venganza, la que justifican en los miles de años que nosotros sostuvimos lo mismo. De acuerdo, pero, ¿tenemos que pagar nosotros, las culpas de nuestros antepasados? Tal parece que por allí andan los tiros.

El caso es que habremos de contentarnos con respirar, callarnos y someternos, si no queremos ser calificados de “misóginos” o ser quemados en la hoguera de la nueva inquisición. ¿Qué nos queda?: consolarnos con anécdotas que recuerden nuestra versión. Se lo digo a Juan, para que lo entienda Juana. ¡Menuda ingenuidad! Bueno, pero ese también es nuestro defecto. Que ¿por qué lo hacemos? Muy sencillo: porque a nosotros, tanto como a ellas, nos interesa que nos entiendan, aunque nunca lo logremos.

En verdad, mal que les pese a algunos "colectivos", los hombres no podemos vivir sin las mujeres. Y ellas, aunque pueden vivir sin nosotros, preferirían no hacerlo. Al menos, así nos lo creemos.

"Es por culpa de una hembra que me estoy volviendo loco… No puedo vivir sin ella, pero con ella tampoco", responderán los rumberos citando el primer verso de Mecano en "Una rosa es una rosa". Me temo que algo de verdad tendrán, pero solo en parte. La otra, la iremos descubriendo en estos lo monólogos y en la vida. No digo más y abro el debate a la espera de una Eva que recoja el guante.

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